El recordado caso Watergate, considerado como el escándalo político más polémico e importante de los Estados Unidos que comenzó con un robo y termino con la renuncia del presidente Nixon.
El 18 de junio de 1972 el diario The Washington Post público “Cinco detenidos en complot para interceptar oficinas demócratas aquí”. Esta publicación relata que el día anterior a esta, cinco hombres habían sido arrestados en el edificio Watergate, a la sede principal del comité Demócrata. Los cuales portaban con un kit de robo profesional y lo más sospechoso, tenían casi 2.300 dólares en efectivo. “No hubo una explicación inmediata de por qué los cinco sospechosos querrían poner micrófonos en las oficinas del Comité Nacional Demócrata o si estaban trabajando o no para otras personas u organizaciones”.
El inicio de la investigación del caso Watergate
Carl Bernstein y Bob Woodward, dos reporteros del The Washington Post, se interesaron por la publicación anterior, así que empezaron a investigar el caso. Con la ayuda de una fuente anónima apodada “Garganta Profunda”, quien tras tres décadas después se supo que era Mark Felt, el entonces subdirector del FBI, pudieron cambiar el enfoque del caso cuando empezaron a encontrar que había una relación con el supuesto robo y la Casa Blanca.
La primera prueba que se encontró fue un cheque de 25 mil dólares para la campaña de reelección del presidente, el cual se depositó a la cuenta bancaria de uno de los ladrones. También encontraron que el fiscal general, John N. Mitchell, controlaba un fondo secreto para recopilar información sobre miembros del Partido Demócrata. Todo apuntaba que las órdenes venían desde la Casa Blanca.
Los Plomeros del presidente
Este caso se relaciona con la filtración de “The Pentagon Papers”. Estos documentos revelaban como se habían engañado al público sobre lo que sucedía en la guerra de Vietnam. Después de este escándalo, el presidente creo una unidad de investigación especial denominada La Unidad de “Los Plomeros” que tenían como objetivo detener cualquier filtración.
Unos de los “Plomeros”, G. Gordon Liddy, fue transferido al comité para la reelección de Nixon, en donde ordenó espiar a sus rivales políticos del Partido Demócrata. Aquí es donde salieron las órdenes para entrar a la sede de los demócratas en el edificio Watergate para espiarlos y encontrar algún documento que pudiera perjudicarlos.
La información que salía a la luz sobre el caso no alcanzo a afectar a la popularidad de Nixon, por eso gano la reelección.
Nixon cómplice
El 7 de febrero de 1973 las investigaciones del caso llegaron al Senado. Se llegó a la conclusión a través de los testigos de que, si bien Nixon no había dado la orden directa de espiar a los demócratas en el edificio Watergate, si había ordenado encubrir los vínculos que había del caso con la Casa Blanca. Además, salieron a la luz detalles como toda la red de espionaje y conspiración que se había convertido en casi una cultura del “fin justifica a los medios” de la Casa Blanca. Sin duda, el hecho más grave fue la que destapo el sistema de escucha telefónica y de conversaciones que el propio presidente Nixon tenía instalado en la oficina oval.
Las grabaciones de Nixon
Las grabaciones se hicieron pública el 24 de julio de 1974, cuando lo exigió la Corte Suprema de Justicia. «Así se preparó el escenario para una gran lucha constitucional entre un presidente decidido a no entregar documentos y materiales ejecutivos y un comité del Senado y un fiscal federal que están decididos a conseguirlos», dijo The Post el 24 de julio de 1973. Al igual que: «Se creía que el arbitraje final tendría que ser realizado por la Corte Suprema». Una de ellas delato al presidente poniéndolo en el centro de la conspiración. En esa llamada se escuchaba como Nixon conversaba con uno de sus asesores sobre como la CIA debía bloquear las investigaciones del FBI en el caso Watergate, solo a días después de que la prensa publicara lo del robo.
La renuncia del presidente
El Congreso inició un proceso de juicio político contra Nixon, acusándolo de obstrucción a la justicia y abuso de poder. Finalmente, el 8 de agosto de 1974, el presidente Richard Nixon renunció a la presidencia: «Nunca he sido un desertor. Dejar el cargo antes de que termine mi mandato».
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