Una Pasión que Inspira y Conecta

En esta ciudad, bailar se presenta como una forma de expresión y energía, siendo una gran parte de las vidas de aquellos que se dedican a expresarse a través de esta. 

Amanda Otárola Sepúlveda

En las salas de ensayo y los estudios de danza, amantes de esta disciplina se reúnen para explorar los límites de sus cuerpos y sus emociones, inmersos en un mundo de posibilidades a través del arte del movimiento. 

Pero la danza no se practica únicamente en lugares formales, hay un gran número de personas que se agrupan para poder distraerse a través del baile en lugares públicos. Una de las ubicaciones más recurridas en esta ciudad es el Gobierno Regional del Biobío, conocido como “P.B” para aquellos que van a bailar allá, en su mayoría fanáticos del género llamado k-pop.  

Frente la Plaza Bicentenario   

Dos jóvenes que van a este preciso lugar a bailar son Antonia Cerda y Anais Farias, que, a través de sus palabras, revelan los desafíos y las alegrías de equilibrar el estudio y el trabajo con su amor por el baile. 

«Personalmente creo que se trata un poco de darle prioridad a lo necesario», comenta Antonia. «Hay momentos en los que estoy 100% enfocada en mis actividades como bailarina, dejando un poco de lado lo demás. Pero finalmente sigue siendo un hobby para mí, por lo que también debo darles prioridad a los estudios, en su momento, y ahora al trabajo”. 

“Como persona con un diagnóstico psicológico un poco complejo, el baile ha sido bastante terapéutico y de ayuda en mi tratamiento, me ha enseñado mucho sobre mis emociones y como demostrarlas o transmitirlas; en cuanto a lo físico, también me ha ayudado bastante para sentirme bien conmigo misma, mi auto percepción y entorno”, explica Antonia.   

Anais Farias, estudiante de segundo año de Educación Diferencial en la UdeC, es una joven que desde temprana edad ha mostrado un interés por la música y ha experimentado con diferentes estilos, técnicas y pasos.  

«A veces es un reto por la carga académica y los horarios de la Universidad», admite Anais. «Pero siempre trato de dejar espacios libres en la semana para poder ensayar y relajarme. A veces hay que saber darles prioridad a ciertas actividades, porque no siempre ocurre según lo que establezco”. 

“Siento que me ayuda a desconectarme a veces del estrés de la Universidad y sobre todo me ayuda a estar más saludable, no me gusta ir al gimnasio así que el baile es lo que me ayuda a mantenerme en forma y con ganas de realizar actividad física” afirma Anais.  

El corazón de Concepción 

La Universidad de Concepción también es un lugar muy concurrido, por su mayoría estudiantes, quienes realizan diferentes actividades recreativas alrededor del campus.  

Pablo Salazar Coquidán es uno de los muchos jóvenes que se dedican a bailar en la universidad, su historia con el baile comenzó en su infancia, cuando participó en talleres de ballet y salsa en su colegio. 

Gracias a un taller de salsa, es parte de un grupo donde comparten conocimientos, ayudándose mutuamente y aprendiendo nuevos pasos juntos. 

“Busco un horario libre en mi día a día», explica Pablo, mientras reflexiona sobre cómo equilibrar sus múltiples responsabilidades. «En mi caso, trabajo en la mañana y nos juntamos en la tarde con mi grupo de salsa, a las siete después de los horarios laborales y estudiantiles de algunos. También a veces nos juntamos los fines de semana o feriados para ir a bailar». 

Pablo comparte que, en ocasiones, no ha querido ir a bailar debido a un mal estado de ánimo. “Hay veces que no he querido ir a bailar con mi grupo porque estoy cansado o triste», admite, «pero me obligo a ir porque sé que la sensación después de terminar de bailar y juntarme con ellos me libera y da plenitud, como que regula mi estado de ánimo, y sé que al otro día voy a estar mucho mejor porque sé que bailé y lo disfruté”. 

Según las vivencias de estos jóvenes aficionados por el baile, se puede concluir que no solo es una actividad física que fortalece los músculos. Esta actividad aumenta la resistencia cardiovascular y mejora la coordinación y el equilibrio, sino también una poderosa herramienta para el bienestar emocional, mejorando el estado de ánimo en general.  

Pero el verdadero poder del baile radica en su capacidad para transmitir emociones y conectar a las personas a un nivel más profundo. A través de cada movimiento, los bailarines pueden expresar una amplia gama de sentimientos, permitiendo a los artistas comunicarse sin palabras, compartiendo sus experiencias y emociones con el mundo que los rodea. 

En Concepción, el baile se entiende como un vínculo que une a la comunidad y enriquece la vida de aquellos que lo practican. Ya sea en un estudio de danza o en una plaza pública, cada paso es una oportunidad para celebrar la belleza del movimiento y la expresión humana.  

En un mundo cada vez más frenético y desconectado, bailar nos recuerda la importancia de estar presentes en el momento, de conectarnos con nuestras emociones y de compartirlas con los demás, para lograr conectar con ellos a un nivel más profundo.